Al llegar a casa solo esperaba que Alonso regrese de su trabajo para abrazarlo. En nueve meses seríamos padres y la sensación de felicidad era tan grande que no me cabía en el pecho. Cuando Alonso llegó nos abrazamos y besamos, besó mi vientre y me sentí feliz.
Salimos a comer algo para celebrar, mientras caminábamos veíamos parejas con sus hijos, bebés en sus coches, bebés siendo cargados por su papá o mamá. Era algo increíble ver tantos bebés aquel día.
Nosotros caminábamos abrazados y felices, pronto seríamos tres. Quise regresar rápido a casa así que compramos una hamburguesa y un test de embarazo de una marca diferente y volvimos.
Ya en casa me hice nuevamente el test y volvió a salir positivo, lloramos juntos. Alonso me tomó de la mano y me dijo que su sueño siempre había sido ser padre y tener una niña. Estaba tan emocionado que llamó a sus padres para darles la noticia, ellos se alegraron mucho por nosotros porque conocen el inmenso amor que nos tenemos.
Pensábamos cómo decírselo a mi familia, queríamos que se enteren de una manera especial así que quedamos en decirles en unos días. Leímos la biblia y elevamos una oración agradeciendo a Dios y a Santa Rosita.
Debo confesar que aquella noche no pude dormir de la emoción. Mentalmente le hablaba a mi vientre mientras me lo tocaba y decía: "Por la voluntad de Dios estás aquí querido hijo. Papá y yo te esperamos con muchas ansias, siempre supe que los milagros existen y tú eres uno de ellos".
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