Amy se deleitó con la belleza del nacimiento y la melodía de las luces de colores que lo envolvían. Alonso le obsequió un árbol de Navidad que decoramos juntos mientras Amy sonreía.
La cena navideña fue especial porque colocaron un lugar más en la mesa para Amy. Cenamos pavo, a Amy le encantó tanto que tuve que darle un poquito más para que coma.
En mi casa hay dos nacimientos, un nacimiento de mi abuelita y otro de nosotros que vivimos en el tercer piso. Minutos antes de medianoche Alonso, Amy y yo subimos para recibir la llegada del niño Jesús.
Ambos le contamos a Amy que a la medianoche nacería el niño Jesús y que, por ese motivo, estábamos muy felices todos nosotros, nuestros vecinos y también las demás personas del mundo.
Cuando el reloj marcó las doce el cielo se llenó de luces de colores, los fuegos artificiales alumbraron la noche. Alonso, Amy y yo nos abrazamos y recibimos la llegada del niño Jesús.
Encendimos chispas de colores y adoramos nuestro nacimiento. Luego bajamos al primer piso para adorar el nacimiento de mi abuelita y saludar a nuestros demás familiares.
Salimos a la calle para disfrutar de los fuegos artificiales, Alonso cargó a Amy que miraba y sonreía mientras las luces de colores se desvanecían en el cielo.
La magia de la Navidad es maravillosa, la unión y el amor familiar se siente en el hogar, en la calle, en las casas aledañas, en los parques y hasta en la bodega del frente.
Lo importante de la Navidad es estar unidos, ayudar a quien lo necesita, regalar una sonrisa puede llegar a alegrar el día. Escuchar y dar una palabra de aliento, un abrazo vale más que un obsequio. Navidad es compartir.